Hablar de marketing hoy es hablar de cliente, saber qué desea, cómo lo desea, cuándo y dónde lo desea. Estamos en una era en la que el consumidor se siente bombardeado mediante acciones de todo tipo, convirtiéndose entonces en el decisor de todas las acciones que desarrolle el anunciante.
Por ello, los anunciantes nos vemos obligados a desarrollar un marketing enfocado al cliente. De esta forma, debemos aumentar los esfuerzos en conocer bien a nuestros públicos y darle a cada uno de ellos lo que necesita optimizando así nuestros resultados.
Cada uno de nuestros stakeholders tiene una necesidad objetiva y cada una de las personas del grupo de interés una necesidad subjetiva. Así, interpretando las necesidades de cada stakeholder podremos plantear objetivos diversos para cada uno de ellos; objetiva o subjetivamente, individual o colectivamente.
El marketing activo, en definitiva trata de implantar un plan de marketing enfocado única y exclusivamente en el cliente y que se expande mediante una comunicación 360º, utilizando el número de canales necesarios según nuestros grupos de interés.
¿Y en qué se diferencia del resto del marketing que se comercializa en el mercado? Se diferencia en que el marketing activo tiene como principal objetivo optimizar cualquiera de las acciones o estrategias que se desarrollen, buscando siempre la superación de los objetivos y del ROI de la operación. Esto se consigue mediante sistemas de información que se desarrollan bajo unos estándares que realimentan la información desarrollada y reestructuran la estructura que se está siguiendo.
El marketing activo no espera, actúa; no mira, sino estudia; no habla, sino comunica.